Cuadernos Oxford (Marzo 2012)
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- Escrito por Pedro Tellería
- Categoría de nivel principal o raíz: Colaboraciones
Francisco Taboada ha publicado un poemario sobre la escasez: se titula Palabras dactilares y lo ha editado Cantárida. Me gusta este libro de principio a fin porque comienza con unos versos meridianamente claros que a lo largo de los poemas tienen su corroboración: "lo que haré algún día / contra lo que ya no / tendré tiempo de hacer". ¿Poemas meditativos? Sí. ¿Poemas de la lucidez madura? También. ¿Poemas crepusculares? Desde luego.
Así es este libro. La alternancia entre poemas de cierta extensión con otros muy breves logra un equilibrio difícil de conseguir. El lector respira, piensa al hilo del poeta, encuentra esas reflexiones serenas que nos advierten de que de pronto la vida se pone un día cuesta abajo aunque se sienta todavía cuesta arriba. Y en medio están esos símbolos clásicos, sencillos pero profundos, que jalonan nuestra cultura desde la noche de los tiempos: el fuego de las pasiones frente a la ceniza del recuerdo, la luz de los sueños juveniles frente a la parca sombra de la realidad.
Y en medio, el poeta y el hombre se dan cuenta de que la existencia es sólo un grandioso malentendido provocado por el pensamiento excesivo y las palabras traidoras. ¿Y si éstas fueran mero artificio, trampa mortal para incautos? ¿Y si el aire, el fuego, lo sencillo en suma fuera la verdad?
Tal vez por eso, el primer poema retrata solamente a un pájaro que hace "Chuí". Quizá el diálogo entre un petirrojo y el agua estancada valga por todo lo que los hombres decimos, parece advertirnos Taboada.
Aparece en la revista Luke.
Los secretos de un buen libro
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- Escrito por Beatriz Celaya
- Categoría de nivel principal o raíz: Colaboraciones
Ya lo dicen los médicos: lo que es bueno para unos no tiene por qué funcionar en otros. Lo mismo parece ocurrir en el mundo editorial donde el negocio se basa en un producto: el libro, y sin embargo cuando unos y otros hablan de lo se considera bueno nadie habla de lo mismo. Los escritores se fijan en el producto y los editores en sus ventas. ¿Es lo mismo escribir un buen libro o que un libro venda? En La Trastienda nos hemos propuesto indagar en qué coinciden un escritor y un editor y para ello hemos reunido en una misma mesa a cinco editores, seis escritores y un experto en redes 2.0 y les hemos preguntado sus pareceres. Llegados a este punto, el lector puede seguir las indicaciones de Iñigo García Ureta que dice que ninguna de las respuestas a esta pregunta puede ser sincera, ya que si se supiera qué hacer para que un libro venda, los editores no publicarían libros que no venden, o bien seguir las de Fernando Aramburu cuando dice que para escribir un buen libro, lo que hay que hacer es “llevar una rica vida sexual” o sumérjase en este artículo donde al igual que el método de tejido “patchwork” en cada retal encontrará un pequeño tesoro donde descubrir que quizá el secreto de un buen libro esté en la suma de todos ellos.
Emilio Albi, editor de Ediciones Temas de hoy, coloca el éxito de un buen libro en el lector y deja claro que un libro se vende no porque el editor o autor lo quieran o porque se esfuercen en ello, sino porque lo quiere el consumidor. Para conseguir este objetivo basta con seducir al lector y hacer que pase a la página siguiente de forma continuada, algo que se conseguirá más fácil si, al menos, hay un personaje que estimule al lector. El secreto del editor será saber qué ubicación va a ocupar el proyecto literario dentro del mercado, ya que al final, para Emilio, la literatura es una inmensa conversación entre lectores y autores. Tampoco pasa por alto el trabajo de los autores, agentes, editores, equipos de arte, departamentos de marketing, críticos literario, distribuidores, blogueros, tuiteros y libreros, todos juntos y coordinados. Y dice que la búsqueda de “best sellers” es la ilusión constate y motivadora de un editor. Enrique Redel de la Editorial Impedimenta arroja una cifra esclarecedora: el 95% de los libros se mueren a los dos meses de su nacimiento. Con este panorama, el éxito de un libro lo basa en tres pilares fundamentales: visibilidad, belleza y selección, entendiendo por visibilidad su colocación privilegiada en las librerías, la belleza como portadas atractivas y encuadernaciones duraderas. Y por último, la selección, sabiendo que el lector elegirá libros que han pasado por filtros de calidad y capacidad prescriptiva.
Radio París (marzo)
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- Escrito por Francisco Javier Irazoki
- Categoría de nivel principal o raíz: Colaboraciones
Al creador le cuesta que su arte no esté oscurecido por la sombra de un padre prestigioso. Lo pienso sentado a una mesa de Blue Note, el club neoyorquino donde McCoy Tyner actúa en compañía de buenos músicos. También él fue ahijado prudente del huracán John Coltrane. Tyner es ahora un hombre susurrador que se mueve de manera cansina. Pero cuando toca el piano lo vemos sobrado de intensidad. Beethoven negro, mezcla con pericia la sutileza de unas notas de paso y la violencia de los acordes. En el centro del escenario, pero libre de la obligación de ser protagonista, Gary Bartz airea feliz los abismos de la música. Da la impresión de que sólo sufre si recuerda las huellas de su líder ausente: Miles Davis. El reto artístico lo asume Ravi Coltrane, hijo del antiguo patrón de Tyner. A pesar de haber publicado media docena de discos meritorios, interioriza una doble exigencia: la íntima del compositor e instrumentista, y la que nace de la desconfianza de los críticos y espectadores. El público acude siempre con una lupa auditiva para escuchar a los descendientes de las estrellas musicales. Porque casi todos los herederos son sospechosos, el especialista los juzga con su ficha policial. Esos jóvenes deben caminar en una larga avenida de puertas giratorias que continuamente se abren y cierran. Por eso, mientras sopla y sopla en el saxo tenor, Ravi Coltrane empieza la mayoría de los compases curvando el cuerpo y doblando ligeramente las rodillas. Ensaya genuflexiones ante el fantasma de su padre.
Artículo aparecido el 9 de marzo en El Cultural.
Conmemoración del 8 de marzo
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- Escrito por Mikel Apodaka
- Categoría de nivel principal o raíz: Colaboraciones
El 8 de marzo se conmemora para reivindicar la desaparición de las desigualdades por razón de género y las injusticias sociales y laborales que afectan a las mujeres.
Miembros de la Asociación de Escritores de Euskadi queremos unirnos al resto de la ciudadanía vasca para pedir una igualdad efectiva entre mujeres y hombres, que suponga el compartir en equilibrio todas y cada una de las facetas de la vida social, cultural, laboral y familiar.
Por ello expresamos nuestro apoyo a todas las iniciativas sociales e institucionales que supongan:
• un incremento de la participación de las mujeres en la toma de decisiones en el ámbito cultural.
• la promoción de la ruptura de los estereotipos sexistas, contribuyendo a la construcción de una sociedad plural, diversa y sin discriminación por razón de género.
• el trabajo a favor de la corresponsabilidad que dé lugar a una equidad en espacio, tiempo y poder entre mujeres y hombres, niños y niñas.
• el impulso y la visibilización de las mujeres creadoras y artistas y sus obras.
Firman el manifiesto:
Fátima Frutos, Mikel Alvira, Juan Bas, Luisa Etxenike, Ascension Badiola, Beatriz Celaya, Mertxe Manso, Esther Zorrozua, Fernando Palazuelos, Francisco Javier Irazoki, Juan Manuel Uría, Sergio Arrieta, José Ignacio Besga, Olatz Candina, Javier Maura, Ana Díaz Barge, Fernando Marías
Elogio de la locura
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- Escrito por José Serna Andrés
- Categoría de nivel principal o raíz: Colaboraciones
COMO decía Erasmo de Rotterdam, en un tiempo de crisis en Europa, "es justo alabarse a sí mismo cuando uno no tiene nadie que lo alabe, por eso me elogio hoy, pues me lo merezco". Y añadimos: soy la estupidez, la necedad, la locura, y soy lo mejor que hay en este mundo. Es habitual que las personas que conocemos se enorgullezcan de las profundas injusticias del capitalismo, de sus dioses, las agencias de calificación, y de sus verdugos, los bancos. Hay felicidad en las nuevas catedrales de la Bolsa donde, según la vela que se encienda a los dioses de la información privilegiada, es posible robar, especular, ganar dinero virtual en algo más que un puro juego de Monopoly, mientras que la gente real lo gana con el sudor de su frente. Como nada se escapa ya a los ojos vigilantes de los mercados es de natural complacencia alegrarse porque como las personas ahora han aumentado su protección sanitaria viven más tiempo y hacen propaganda de que por eso precisamente se ha aumentado la vida laboral. Además, el dinero que se ha acumulado para aumentar el nivel sanitario ahora se va a destinar a otras preocupaciones más vitales como el aumento en gastos de telefonía móvil, seguridad-seguridad, encarecimiento de viajes a paraísos fiscales, informes varios a agencias inexistentes, y no va a importar que se alargue la vida laboral de quien no tiene garantías de que en ese tiempo se proteja su salud, ni sus prestaciones de enfermedad, ni las ausencias del trabajo, ni cobrar el paro, porque es muy fácil expulsar a alguien de un trabajo. ¿Cómo se va a poder llegar hasta el final de una larga vida laboral si no se protege la salud?
Ha habido muchas personas luchando durante siglos para obtener mayor dignidad humana, para que se aceptase de una vez que una persona es una persona, y no un objeto que se puede cambiar o se puede llevar a reciclaje, o al basurero del olvido más cercano. Pero estamos en el siglo XXI. Aquí la posmodernidad exige sacrificios humanos, como en la antigüedad. Que sí, que hay que volver a los primeros tiempos, cuando se hacían sacrificios humanos a los dioses para que fuesen benevolentes. Se ofrecía al hijo primogénito del rey si era necesario. Eso siguen queriendo los dioses, sacrificios humanos, muchos sacrificios, pero no del hijo del rey, sino de la mayor parte de la población. ¿Por qué se quejan esos que se encuentran en el paro, con el único abrigo de una familia que cada vez tiene más problemas de subsistencia? Pues sepan que se quejan de vicio, dos terceras partes de la humanidad tienen problemas para subsistir y callan. No pasa nada. Más hambre debía haber, así se quejarían con razón, lo demás es puro vicio.
Eso de estudiar una carrera, idiomas, dominar la informática, ha sido una diversión para la etapa adolescente. La vida real, adulta, que comienza con una estabilidad económica, entre los 38 y 40 años, va por otras rutas. Aguantar muchas horas en la fiesta, ver partidos de infarto… es lo que importa. Así ganamos el mundo, y presumimos de grandes deportistas, aunque con sus dineros en paraísos fiscales. Y si la cosa es tan sencilla Francia y Alemania se encargarán de enviar armas a Grecia para que mantenga más de cien mil soldados con un armamento que se les acaba de vender, con un dinero que después se les va a pedir, a medio perdonar, a humillar, pero con muchos intereses… Francia ha vendido hace poco tiempo fragatas y helicópteros de combate por tres mil millones de euros a Grecia, y Alemania seis submarinos por mil millones. Les prestan dinero para que compren armas Los dioses griegos saben mejor que nadie que, hoy en día, es Plutón el que manda, y la plutocracia el único sistema posible de gobierno.
Porque como decía el gran Erasmo, "aquí no hay más dios que Plutón -dios de la riqueza-, supremo dios… que con un solo gesto suyo, hoy como en otro tiempo, se trastornan desde sus cimientos todas las cosas sagradas y profanas. Por su arbitrio se rigen la guerra, la paz, los imperios, los consejos, los juicios, los comicios, los matrimonios, los pactos, las alianzas, las leyes, las artes, lo cómico, lo serio… me falta el aliento… en suma, todos los negocios públicos y privados de los mortales. Sin su ayuda, el pueblo entero… los mismos dioses mayores no existirían, o por lo menos no podrían comer caliente". El problema es que cada vez son menos los bendecidos por ese dios. Alabémonos, hermanos, a nosotros mismos, porque ya no tenemos a nadie que nos alabe.
Artículo aparecido el 1 de marzo en Deia.