Colaboraciones en prensa

Colaboración de José Serna Andrés aparecida hoy miércoles 2 de febrero en el periódico Deia

"La abuela observa cómo la jovencita engrosa constantemente su curriculum y le dice muy inquieta: "Oye, jovencita, yo a tu edad ya llevaba varios años trabajando", y la joven, ya mentalizada, le contesta: "No te preocupes, abuela, que cuando yo tenga tu edad todavía seguiré trabajando". Unos quieren trabajar y no pueden, otros no quieren seguir trabajando más años, pero deben, y entre unos y otros conseguimos descafeinar la felicidad en la vida de muchos seres humanos. Ya sabemos que no se trata de la única cuestión que lo condiciona, pero es un aspecto que contribuye. Un sueldo y un trabajo son salud si lo disfrutamos a su debido tiempo, porque si se alarga demasiado el tiempo de espera para conseguirlo, o para dejarlo, nos enferma.

Dicen que jubilación proviene de júbilo y esperanza tiene mucho que ver con espera. Somos muchas las personas que vivimos con júbilo una espera que, dados algunos cantos de sirena, puede convertirse en amargura y desesperación. El trabajo humaniza y dignifica, pero también deshumaniza y embrutece si ha impuesto su propio ritmo a la persona y no ha servido para realizarla, para llevar una vida digna hasta su final. Es curioso que distintos estudiosos de la psicología adaptada a la empresa no se preparan para hacer una vida más llevadera a quienes trabajan en ella, sino para sacar a la persona el jugo, el máximo rendimiento, sin que lo parezca, hasta exprimirlo, que es otra forma de hablar de lo que los antiguos sindicalistas denominaban explotación. El escándalo de suicidios en cadena en determinadas empresas en Francia y en otros lugares es una nefasta carta de presentación para quienes entienden que la persona no es más que un número entre otros.

Artículo de Luisa Etxenike aparecido el 31 de enero en la edición del País Vasco de El País.

"Cuenta Scherezade en Las mil y una noches que el califa Harún-Al-Raschid paseaba un buen día por los jardines de su palacio cuando contempló una hermosa escena que le conmovió tanto que deseó dedicarle unos versos. Se puso a la tarea, consiguió hilar dos o tres palabras, pero no pudo continuar. Lo volvió a intentar, una vez y otra vez, pero los versos se le resistían. Así que decidió llamar al poeta Abu-Novas. Este se hizo enseguida cargo de la situación y, ante los ojos maravillados de Al-Raschid, compuso allí mismo un bello poema. En el cuento el califa recompensó al poeta, lo que deja suponer que consideró que él también había salido ganando en aquel asunto. Y es fácil estar de acuerdo con eso: en esta historia salen ganando todos y de manera muy particular la poesía, o lo que hoy llamaríamos la cultura. La poesía y la cultura salieron ganando porque no hubo atasco de versos, sino poema.

He empezado alegremente por aquellas noches para acabar más tristemente en nuestros días, en la noticia de una "nueva" propuesta para Tabakalera -me imagino que ya habrá artistas confeccionando, con vistas a alguna obra o instalación futura, el inventario de todo lo que se nos ha dicho que podría encajar en ese lugar-. La nueva propuesta, presentada por el candidato del PNV a la alcaldía de San Sebastián, consiste en ubicar en el subsuelo del edificio de Tabakalera la estación del tren de alta velocidad y la de autobuses. No entraré a valorar esta propuesta, entre otras razones, porque creo que no se puede, que no hay mimbres para ello; que la falta de un proyecto cultural claro y coherente para ese espacio impide determinar ahora mismo qué es, por comparación o en combinación, disparate o acierto. O, por decirlo de otro modo: la ausencia de proyecto condenaría a pronunciarse, en este y en otros casos, más por intuiciones que por argumentos.

Lo que esta propuesta sí indica a las claras, por su irrupción de última hora y por su propio dimensionado, es hasta qué punto Tabakalera está vacía, hasta qué punto su proyecto carece de cimientos culturales (la imagen de una estación de trenes improvisada en su base es en sí misma bastante elocuente), o hasta qué punto lo que llamamos, ya por pura inercia comunicativa y colectiva, su "proyecto" es a estas alturas poco más que un plan de ordenación territorial, que un reparto de huecos. Un reparto además entre instituciones, es decir, político. Y, sin duda, ahí está la clave del asunto: que en nuestro país, cuando de cultura se trata, por lo menos en público, hablan más los califas que los poetas. Asumen el poema los califas y los versos se atascan. Tabakalera necesita, a mi juicio, menos política y más "poesía": una convocatoria internacional abierta a profesionales de la cultura para que aporten proyectos creativos más que realistas, reales y realizables. Y que quien gane ese concurso, tras un debate y una evaluación de expertos, lo dirija."

Artículo de opinión de Javier Otaola aparecido hoy en El Correo:

"El año 2009 se cumplieron 80 años de la aparición —el 10 de enero de 1929— de los primeros episodios de las aventuras de Tintín (Kuifje en neerlandés) que se publicaron por entregas en 'Le Petit Vingtième', suplemento del diario belga de orientación católica 'Le Vingtième Siècle'. Su primera aventura completa sería Tintín en el país de los Sóviets, donde nuestro intrépido reportero demostraría más sentido común y visión de futuro que muchos otros intelectuales de la época. Desde entonces sus aventuras han vendido más de 200 millones de copias y se han traducido en 60 lenguas hasta su última y maravillosa aventura, publicada en 1969: Vuelo 714 para Sydney.

El 2010 se inauguró un imponente museo en Bélgica dedicado a nuestro héroe y el mismo Steven Spielberg realizó una película cofinanciada con Universal Pictures que no tardará en verse en España.

Artílculo de Pedro Ugarte aparecido hoy en El País:

"Andan socialistas y populares tirándose los trastos a la cabeza, a cuenta del evanescente concepto de inducción a la violencia, eso que otros llaman autoría intelectual. La polémica surge cuando un tipo asesina en Tucson a seis personas y hiere gravemente a la congresista demócrata Giffords. En Estados Unidos, pero también aquí, se extiende una gaseosa imputación, señalando la telepática autoría del movimiento conservador Tea Party y de su rostro más conocido, Sarah Palin. La derecha americana, por algún conducto paranormal, se convierte en responsable de esa acción terrorista. A los pocos días el Partido Popular encuentra un oportuno contrapunto: la paliza que propinan unos tipos de ultraizquierda a Pedro Alberto Cruz, consejero de Cultura de Murcia. Los populares emprenden la revancha, una revancha estúpida e injusta, porque imputar al socialismo democrático que favoreciera ese atentado ni siquiera es verosímil, entra de lleno en el campo de la calumnia.

Habría que tomar ejemplo de la exquisita prudencia con que operan la prensa y los partidos cuando en Egipto, Irak o Nigeria mueren de un bombazo dos o tres docenas de cristianos. Ahí el personal se muestra cauto, ponderado, escrupuloso, y señala que bajo ningún concepto debe hacerse a nadie responsable moral de esas acciones y que la islamofobia es un hábito aún más pernicioso (si cabe) que el tabaco. Ojalá ese criterio, tan frecuente cuando caen cristianos como moscas, también lo apliquen nuestros políticos cuando se trata de víctimas, cercanas o remotas, que les importan algo más.

Artículo de Mila Beldarrain aparecido el 9 de enero en la sección de Opinión de El Correo:

Creo que muy pocos, o quizás ninguno, de nuestros gobernantes y gobernantas han experimentado la montaña de sensaciones, a cual más desagradables, que se sienten cuando, de pronto, un día cualquiera, la empresa nos comunica el siniestro «ya no te necesitamos», eufemismo cliché de uso frecuente para mandarnos a la puta calle. En ese instante, igual que dicen que ocurre cuando la Parca, la muerte, nos echa el guante, la vida, la nuestra, pasa durante un segundo por nuestras aturdidas entendederas, pero, en este caso, no se trata de la vida pasada, sino de la de por venir, que se nos manifiesta en toda su negrura.