'Profecías'
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- Escrito por Mikel Apodaka
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Artículo de Mila Beldarrain aparecido ayer 2 de enero en la sección de Opinión de El Correo:
"Ya que vivimos inmersos en una crisis económica que no se va ni con agua caliente, que el paro mes a mes se incrementa con su consiguiente séquito de angustia, miedo e inseguridad para los que lo padecen y, también, con temor para los que sospechan que lo pueden padecer, dado, como digo, que el horizonte que se vislumbra es plano y oscuro, he decidido felicitarles el año contándoles a ustedes las profecías que, hace ya cinco siglos, escribió Nostradamus para este 2011, con la esperanza de que, como un clavo quita otro clavo, ante semejante galería de horrores acabemos olvidando ustedes y yo esta jodida crisis económica, que es lo que de verdad nos importa. Porque, ¿qué quieren que les diga?, ¿que todo va a ir mejor?, ¿que sonrían al porvenir con cara de osito de peluche?, ¿que los famosos brotes verdes se convertirán este año en exuberantes árboles frutales de colorines? Ojalá sea así, pero, francamente, la cosa tiene muy mala pinta.
En fin, Michel de Nôtre Dame o, si prefieren, Nostradamus, versión latinizada de su nombre, profetizó que, en 2011, una terrible epidemia arrasará España, Italia y Francia, causando la muerte a la mitad de la población y al mismísimo Benedicto XVI. El sucesor del papa será Pedro II 'El Romano', que ocupará la cátedra de San Pedro en medio de guerras nucleares (actualización de las profecías), terribles hambrunas a causa del cambio climático, y «muchas tribulaciones», como predijo también san Malaquías. Además, debido a gigantescas tormentas solares, las auroras boreales se contemplarán desde Marruecos.
Feliz Navidad, escritores del mundo
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- Escrito por Óscar Alonso
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Artículo aparecido en el suplemento 'Pérgola' del periódico municipal Bilbao escrito por Óscar Alonso:
"Lo reconozco: pertenezco a los que desean que llegue cuanto antes el día siete de enero para desinfectarse de la Navidad. Al menos de la que ahora se estila, esa que comienza a mediados de Octubre y dura hasta finales de Marzo (cuando se han pagado todas las deudas). Aborrezco esos anuncios de perfumes (a cual más tonto y fatuo) que recuerdan lo fondona y pedestre que es la vida real; el buen rollo que venden los repugnantes operadores de telefonía en estas entrañables y lucrativas fechas y todo lo que sigue a continuación. Así que cambiaré de tercio para desear feliz Navidad a la reciente creada Asociación de Escritores de Euskadi/Euskadiko Idazleen Elkartea, que pretende acoger a TODOS los escritores vascos que lo deseen, tanto si realizan su labor en euskera, en castellano o, incluso, en francés. ¡Toma globalización cultural!
Como homenaje a Enrique Morente
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- Escrito por Francisco Javier Irazoki
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El niño Enrique Morente era extraño: se educaba guiando. Al frente de un grupo de turistas inventaba las historias de su tierra. Ahora lo veo en el documental Morente sueña la Alhambra. ¿Puede alguien agitar la coctelera donde choquen un poema de María Zambrano, un tango de Astor Piazzolla, los punteos de jazz de Pat Metheny, unos rasgueos de Juan Habichuela, los puntapiés del bailarín Israel Galván contra su propia sombra proyectada en una pared blanca, los alaridos del argelino Khaled y la distinción de la alemana Ute Lemper, y que el resultado no sea sólo un brebaje exótico? Él lo consigue. Se vale del ingenio de los invitados y añade una lucidez que acopla estéticas contrapuestas. También supera las disputas entre ortodoxos y renovadores del flamenco. Domina con exactitud los palos mayores del cante, pero sin rendirse a las cantinelas de los puristas, y sigue con su osadía de hombre adelantado. Pervive el niño-guía musical y en mi memoria aparece sentado junto al guitarrista Tomatito. Empieza el concierto y Enrique Morente canta como un perro afónico. Lo hace mejor que nunca, porque esa afonía está repleta de experiencias vividas.
(Texto publicado en El Cultural – El Mundo)
'Receta falsa'
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- Escrito por Cristina Iricibar
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Este relato de Cristina Iricibar resultó ganador del XVIII Consurso de Relatos convocado por por la asociación Esnatu de Loiola (San Sebastián).
RECETA FALSA
Cristina Iricibar
Entró cargado de bolsas que colocó entre equilibrios sobre la encimera. Crujidos de plástico llenaron de sonidos la cocina todavía callada.
—¡Uf! ¡Por fin! Creo que lo traigo todo.
Ella sacaba de un cajón su delantal blanco. Con gesto litúrgico lo desdobló despacio y se lo ató a la cintura. Le llegaba casi hasta los pies. Se sintió más que tapada, a cubierto. Comprobó:
—Setas, nata líquida, espárragos verdes, langostinos… ¿las láminas de lasaña? —preguntó buscando.
—Con los tomates —contestó él mientras abría una botella de tinto y servía dos copas.
—Cariño ven, vamos a brindar.
Se acercó, bebieron de sus copas y saborearon el Crianza. El beso fue una cata, aterciopelado y pleno en boca.
—¡Venga! Que luego se nos echa el tiempo encima —animó él.
Por los ventanales abiertos al jardín, la luz del sol se colaba verde entre pucheros y comida, entre manos y quehaceres. Una brisa al punto de sal agitaba suavemente el perejil del pequeño jarrón, sobre el estante alto.
La novela policíaca como reflexión ética
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- Escrito por Javier Otaola
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No existe una forma pacífica e inocente de referirse a este tipo de literatura, que es conocida con diferentes apelativos, cada uno de ellos con un particular matiz: detection story (novela de detección) en Gran Bretaña, novela negra, novela criminal, polar en Francia..., pero todos nos entendemos cuando nos referimos a "novela policíaca" y suponemos que se trata de un tipo de literatura en la que aparece necesariamente un crimen, normalmente un asesinato, ya que cualquier otro delito no tiene la tensión requerida para prestar suspense al relato, y en que de una manera directa o indirecta aparecen envueltas las instituciones policiales y judiciales de un país.
Esa variedad de denominaciones responde a ciertas diferencias de matiz o particularidades dentro del género. En la detection story la gracia de la historia suele estar en la dificultad de llegar a descubrir al asesino, el medio social en el que se desarrolla este tipo de historia suele ser acomodado o francamente alto, los medios de comisión del crimen complejos y la dificultad casi nunca radica en coger físicamente al criminal sino en llegar a interpretar, en comprender, las confusas pistas del delito y a veces las extrañas motivaciones del delincuente: en descubrir al criminal. En muchos caso el investigador es un policía (Maigret, Petra Delicado, Bevilacqua-Chamorro, Montalbano, Felicidad Olaizola…) en otros es un detective privado, o incluso un abogado (Perry Mason, Licinio Salinas): Sherlock Holmes, Hercules Poirot... o bien puede ser también algún personaje colocado, como por casualidad en el lugar del crimen: el Padre Brown (Chesterton), Mrs. Marple (Agatha Cristhie), el rabino David Small (H. Kemelman). Es muy significativa la importancia que tanto en el caso del padre Brown, como en el del rabino Small tiene en la investigación del delito, el sentido teológico del Mal que tienen ambos “detectives”, y son precisamente estos dos caso los que me llevan a pensar que en el fondo de toda la novela policíaca hay una innevitable cuestión teológica, naturalmente no explícita en torno a la libertad humana y en torno al mal.