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Os paso el enlace de la entrevista que le hicieron a Fernando Aramburu en TVE. Pinchad en la imagen.

Fernando Aramburu

Entrevista a la escritora Fátima Frutos en Diario Vasco tras haber resultado ganadora del último premio Ciudad de Irún de Poesía. La firma Roberto Herrero.

Vive la poesía con pasión y así lo refleja en 'Andrómeda encadenada', el libro en el que continúa la linea erótica de su anterior trabajo y en el que también reflexiona sobre la figura de mujeres que le han impresionado y se deja llevar de la mano por poetas y filósofos alemanes.

-Dice usted que «el objetivo último de este poemario es trazar una mirada en que la felicidad se muestra como una exigencia dentro de la propia vida».

-Esa frase parte de un proceso de reflexión. Buscando en la vida de los personajes que aparecen en el poemario me di cuenta de que la vida se presenta tan dura para tantas personas que, realmente, es una exigencia buscar la felicidad para aquellos que tenemos una vida más fácil, que podemos comer tres veces al día, tener una cama, no pasar frío y tener una asistencia sanitaria. La vida es tan cruel para tantos millones de seres humanos que para quienes tenemos unos mínimos cubiertos es una exigencia buscar la felicidad. La nuestra y la que les debemos a los demás. La felicidad de las pequeñas cosas, no hablo de paraísos, yates y 'honolulus'. Hablo de una plenitud en cada una de las tareas que vas haciendo a diario, buscar el cien por cien de la plenitud.

Entrevista publicada en el diario Público al escritor Fernando Aramburu con motivo de la publicación de su antología poética Yo quisiera llover (Demipage):

"Empezó a escribir poesía a los 18 años y dejó de hacerlo ocho años más tarde. Desde entonces pocos poemas ha necesitado, los justos y necesarios. De hecho, el último poema de la antología Yo quisiera llover (Demipage) data de 2005. De aquellos años, de aquellos versos, nació el escritor que es hoy Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959). El narrador salió escaldado del "reto técnico" que le suponía la poesía, se despoetizó, para siempre lejos del oficio de agradar. Tampoco quería saber nada de aspirar a hacerlos con la facilidad de "quien rellena crucigramas", como recuerda en el prólogo Juan Manuel Díaz de Guereñu que dijo el autor por entonces.

Fernando AramburuAsí que estos años entregado al verso, con escasa difusión, y resumidos en estas páginas, justifican la selección de los 74 poemas que de la obra de uno de los grandes escritores en castellano contemporáneos ha hecho Díaz de Guereñu. "He alimentado durante años la convicción de haber abandonado la poesía. Ahora me doy cuenta de que fue ella la que me abandonó a mí. Lo nuestro fue un matrimonio breve y nocturno, aunque no exento de agradables intensidades", reconoce el autor a este periódico con su habitual sentido del humor.

Diario Vasco publica una entrevista con el escritor donostiarra con motivo de la publicación de Los invitados de la princesa.

Fernando Savater ha dado por acabada su dedicación al pensamiento filosófico y se ha rendido a la seducción irresistible de la ficción. Si había alguna duda para convencerle de su vocación literaria, los reconocimientos han terminado por persuadirle. El último de ellos es el premio Primavera de Novela por su obra 'Los invitados de la princesa' (Espasa), en la que arremete con humor contra todo lo que se mueve. Con espíritu satírico lanza sus invectivas contra el narcisismo de los intelectuales, la adoración de la gastronomía y el nacionalismo, entre otras cuestiones. Al tiempo que se narran las vicisitudes de un grupo de profesores enclaustrados por la erupción de un volcán, Savater engarza relatos breves a la manera de Bocaccio. El escritor toca muchos palos, desde el género fantástico a la historia de detectives. El profesor lanza sus dardos contra la elevación a los altares del quehacer culinario, lo que le parece una «imbecilidad».

Fernando Savater-Pone en boca de uno de sus personajes que los que leen por placer se han convertido en un público extinto. ¿Qué busca ahora el lector?

-Me asombra un poco ese aire tan funcional que tiene ahora leer. Todos leemos por necesidad de estudiar u obligarnos a conocer cosas, pero para mí prima el placer, el disfrute. Ahora la gente lee una novela para aprender cómo se vive en China en el siglo XII. La novela es otra cosa.

-En otro pasaje dice que los artilugios técnicos son en realidad tiranos que nos esclavizan. ¿Desconfía de la euforia tecnológica en que vivimos?

-Nos esclavizan en el sentido de que todo lo que nos es útil termina siendo imprescindible. Me encanta mi iPhone y estoy contentísimo con él, pero como se me rompa me siento desvalido. Antes, cuando no lo tenía, no lo echaba de menos.

-En un diálogo de su novela alguien dice: «el ejercicio físico aburre, cansa, embrutece, roba fuerzas». ¿El deporte es una nueva religión?

-La parte embrutecedora del deporte ocurre cuando se convierte en un nuevo opio del pueblo, por decirlo con un poco de truculencia. El hecho de que los periódicos serios abran el lunes con una fotografía del partido del domingo es un poco preocupante, sobre todo cuando hay noticias más interesantes. No está mal hacer ejercicio. Si bien es cierto que para algunos el exceso de ejercicio se convierte en sustitutorio de todo lo demás, de leer o escuchar música.

-Carga las tintas contra la adoración de la gastronomía.

-Esta especie de 'gastrolatría' que equipara a un cocinero con un nuevo Leonardo da Vinci me parece una imbecilidad. El placer de comer se ha tornado en una especie de religión, de arte, de algo sublime, de manera que toda la cursilería de la vida se proyecta en un plato de sopa.

-¿Quién ha cultivado con más acierto el humor en las letras españolas?

-España tiene una larga tradición de humoristas malhumorados. Muchos de ellos son muy feroces. Han cultivado no un humor festivo, sino cruel. Quevedo es un humorista acerbo. El retrato que hace Cervantes del Quijote es cruel. El humor festivo y divertido quizá es más propio del siglo XX; es raro en España, aunque un exponente de él lo encarna Eduardo Mendoza.

-¿Está más cerca del humor español o del inglés?

-Yo entronco más con la tradición británica. Salvando la diferencia de talento, sería un Chesterton. Los relatos del padre Brown no son falsos cuentos policíacos, son tan verdaderos como los de Conan Doyle, pero a la vez tienen un tono de comicidad y de parábola. Las historias de este libro pertenecen realmente al género al que tratan de adscribirse: fantástico, de terror, policíaco.

-¿El humor ha sido usurpado por los chistosos?

-Cuando a mi protagonista le proponen ir a escuchar a un chistoso de estos que hacen parodias de políticos, el hombre prefiere quedarse en casa. El humorista paródico, el chistoso de garrotazo y tentetieso me resulta bastante espeluznante. Me quedé, si no en Tip y Coll, en Martes y Trece; a partir de ahí ya no he vuelto a reírme con nadie.

-¿Cómo se define: epicúreo o estoico?

-Son las dos formas de sabiduría vitales y no están tan opuestas. Séneca, que era más estoico, tenía un lado epicúreo. Creo que se pueden combinar ambas cosas. He sido muy epicúreo en mi vida, pero los años le van volviendo a uno estoico de forma obligatoria. Cuando ya se tiene cierta edad, la forma de disfrutar es el aguante.

-¿No están exigiendo a los españoles dosis insoportables de estoicismo?

-Es verdad que la situación es muy agobiante. No entiendo nada de economía, pero me asusta la idea de que las protecciones, garantías y derechos laborales que se están perdiendo sean irrecuperables. Cuando volvamos a estar bien, ¿los bancos, a los que tanto se ha ayudado, van a repartir beneficios entre la población?

-Sin quitar gravedad a la crisis, ¿no le cansan las profecías apocalípticas?

-Algún amigo, cuando le dejé la novela, me preguntó cómo me atrevía a hacer chistes en esta época. Pero ¿en qué periodo de la historia no ha habido atrocidades, enfermedades y amenazas? Uno siempre busca su contento a pesar de las circunstancias, lo cual no quiere decir que haya que olvidarse de los problemas del mundo. Desde un punto de vista pragmático no me parece que deprimir a una población ya muy deprimida sea la mejor política.

-¿Por qué narra a la manera de Bocaccio, encadenando cuentos?

-Escribir historias breves me daba la posibilidad de contar cosas que a mí me parecían de sustancia. Me aburre mucho escribir esos capítulos que solo sirven para dar paso unos a otros. Borges decía que Proust tenía páginas ante las que uno se resigna como a lo aburrido y rutinario de cada día. Como escritor me resisto a esas páginas de relleno.

-¿Ahora le agrada más la ficción que el pensamiento?

-Sí. Mi periodo académico y filosófico lo doy por cerrado. Para bien o para mal las cosas que podía decir ya están dichas. Y ahora lo que me quede de tiempo me gustaría dedicarlo a escribir ficción.

Entrevista aparecida en el Diario de Navarra al poeta Francisco Javier Irazoki, firmada por el periodista Gabriel Asenjo:

"Estudió historia de la música y armonía en París de donde es su mujer catedrática de Geopolítica. Con armonía y compás hablaba hace unos días en Pamplona sobre Sabicas. Publica en Hiperión y su columna "Radio París" se lee en el suplemento cultural de El Mundo.

¿Qué le dice el espejo?

Me refleja, pero ya no habla conmigo. Sabe que soy austero como un guijarro jainista.