Mikel Jáuregui en Onda Cero
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Con motivo de la presentación esta tarde en el Hotel Ercilla de la Primera Muestra de Poesía Visual de Bilbao, el poeta y comisario de la muestra Mikel Jáuregui ha sido entrevistado esta mañana en Onda Cero.
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Willy Uribe en 'Deia' y 'El País'
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Los medios se han hecho eco de la publicación de la última novela de Uribe, Los que hemos amado. Os paso la entrevista aparecida en el Deia y el artículo de El País.
"De Ramiro Pinilla aprendió y se inspiró, y fue con él con quien presentó ayer su última novela, un ágil relato de la aventura de dos getxotarras aficionados al surf que viajan a Marruecos en los 80 en busca de emociones. Willy Uribe sigue publicando y siendo premiado.
En un primer momento, Willy Uribe (Bilbao, 1965) parece el tipo majo y algo despistado con el que te apetece tomarte una cerveza en cuadrilla. Pero tras esa aparencia bonachona hay todo un explorador: en el mar, cogiendo olas; en la fotografía, captando lo difícil, y en la literatura, depurando su ágil estilo. Ha sido Premio Tusquets, Premio Euskadi y Silverio Cañada en Gijón. Ayer presentó en Bilbao y en Algorta Los que hemos amado (Los libros del lince), donde trata de reflejar unos años 80 de surf y hachís en Getxo. Su mentor Ramiro Pinilla estuvo con él.
No me lo imaginaba tan alto. Para hacer surf, ¿qué tal?
Centro de gravedad bajo es mejor, dicen, ¿no? (Risas). Hombre, ha habido campeones del mundo muy altos, pero las ratillas andan mejor, como Aritz Aranburu.
La mejor ola, ¿la de Mundaka, las de Marruecos o las americanas?
La de Mundaka está entre las diez mejores del mundo y si me apuras, entre las cinco mejores.
Pero en su libro se ha bajado al Sur.
Sí, en Marruecos hay muy buenas olas, como las de Anchor Point.
Tiene algo de fotógrafo, de viajero, de narrador... ¿Una cosa enriquece a la otra, van de la mano?
Sí, cuando viajo aprovecho para hacer de todo. No tomo notas, porque suelo hacer fotografías y reportajes de surf, pero lo voy guardando todo aquí (señala la cabeza).
Me parece que describe muy bien los paisajes de forma sensitiva. La visión de nuestra costa es muy original.
Claro, todo el mundo sabe cómo es, entonces tienes que ir a lo que has almacenado para describirlo. No sé decir qué recursos uso. Escribo tal como lo pienso, trabajo mucho en la cabeza las frases antes de escribir. Voy a cualquier lado y estoy con un párrafo en la cabeza, con una frase, buscando cómo hacerlo. Entonces, llego al papel con eso ganado. Y pauso mucho, me lo pienso.
¿Obsesiona mucho un libro?
No, me encanta enfrentarme a él, me gusta muchísimo.
Sergio Arrieta publica nuevo poemario
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Al borde del tiempo azul es el título del nuevo poemario de Sergio Arrieta que publicará la editorial Nautical Union Works y que en breve entrará en máquinas. Por el momento os dejo la sugerente portada. Arrieta avisa: sus poemas van a sorprender a más de uno. Y conociéndole, me lo creo. Toda la información la tenéis al pinchar en la imagen.
Entrevista a Seve Calleja
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Os paso el enlace en vídeo de la presentación en la Librería Oletvm de Valladolid, junto al etnógrafo Joaquín Díaz y Fernando Martos, del libro Cuentos y leyendas de la geografía española (Editorial Juventud), cuyos textos ha recuperado Seve Calleja. Si queréis ver la entrevista pinchad aquí.
Adelanto del nuevo libro de Fernando Aramburu
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Hoy en la página web de El Cultural, aparece un adelanto del próximo volumen de relatos de Fernando Aramburu, El vigilante del fiordo, cuya publicación está prevista para el mes de mayo. Edita Tusquets.
Carne rota
SU PADRE dice hijo, cuando entremos, si me ves llorar, no te asustes, tú sigue adelante, son cosas mías, sólo venir aquí me parte el alma, pero te lo llevo prometiendo desde hace tiempo y hoy cumplo, Borja, ya no lo retraso más. De nuevo marzo, mediodía, han dicho que va a llover. Si quieres no entramos, papá, me basta con lo que me has contado y con ver el apeadero por fuera. Bancos rojos, la cubierta sostenida por columnas, el reloj fijado a una de ellas. El apeadero tiene pinta de haber sido renovado. Llega un tren que se dirige a Alcalá. Baja gente, sube gente. Una señora lleva un perro pequeño en brazos. El perro viste una especie de chaleco. Un chaval con auriculares se sube a un vagón cuando ya van a cerrar las puertas. Todo el mundo está vivo, no hay duda, anda, respira y todo eso. El tren arranca. El tren toma velocidad. El tren se pierde de vista por el fondo. Cables del tendido eléctrico, el brillo de los rieles, nubes. Para entonces el padre, me da un no sé qué volver a este lugar, y el hijo se han quedado solos en el andén. Una paloma busca desperdicios comestibles por el suelo meneando la cabeza adelante y atrás como acostumbran las palomas. Ahí fue. Han pasado los años como pasan los trenes. Uno, otro, otro. El niño dirige la mirada hacia donde señala la manga vacía de su padre. ¿Ves la papelera roja? A un costado de la papelera va y viene la paloma. Pues más o menos por ese sitio anduve tirado, aunque yo de la papelera no me acuerdo, no me preguntes cómo salí del tren porque no lo sé, quizá volé por los aires. Yo sentía un calor muy grande en la cara mientras me arrastraba por el suelo. Olía mucho a carne quemada, el calor se me desplazó hasta un hombro y después, imagínate, me fue bajando, yo creía que por el pecho pero tuvo que ser por el brazo, y cuando se me figuró que me había llegado al vientre me dije la has jodido, Ramón, tienes un agujero y de esta no sales. El silencio y la humareda, un silencio de tímpanos reventados, y por último gente que venía a ayudar y gente que huía con sus buenas piernas y sus buenos ojos y todo el cuerpo completo, menuda suerte, aunque algunos sangraran por la nariz. Todavía no eran las ocho de la mañana. Levanté así un poco la cabeza para mirar dónde se me había parado aquel calor que se estaba convirtiendo en un hormigueo cada vez más intenso y no vi ningún agujero, lo que vi es que de medio antebrazo para abajo no había más que unas tiras de tela empapadas de sangre, y me acordé de tu madre en casa y de ti también, que eras tan pequeñito, te había dejado dormido en la cuna y no sabía cómo te podría acariciar en adelante si me faltaba la mano. (sigue)