Entrevista al escritor Juan Carlos Márquez aparecida en el último número del periódico Bilbao, suplemento 'Pérgola', con motivo de la publicación de su último libro de relatos, Llenad la Tierra.
La tercera incursión de Juan Carlos Márquez en el mundo del relato tras Oficios y Norteamérica profunda se titula Llenad la Tierra y pretende ser “un viaje palpitante a los andenes de la familia con sus dosis de humor, horror y misterio”. Un libro que el escritor bilbaíno concibió “como muy dinámico, vivo, en el que dar cabida a numerosas texturas, voces y registros”. Un libro “que me gustaría leer: libre, ameno, libertino, híbrido, gamberro, excesivo, desprejuiciado, al margen en la medida de lo posible de las convenciones del género y, sobre todo, del abrazo anodino y flojucho del costumbrismo”.
- ¿Por qué este título?
-Por aquello que dice El Génesis de “Creced, multiplicaos, llenad la Tierra…”, que viene a ser lo mismo traducido al lenguaje coloquial que “fundad familias, tened hijos”.
-En el libro juega con el tamaño de los relatos. ¿Existe una unidad temática y premeditada?-No existe una unidad premeditada, pero sí cierta unidad en torno a las relaciones familiares y, además de eso, la mano de un mismo escritor, un rasgo inequívocamente unitario, creo yo, en cualquier proyecto que se acometa de manera individual.
-¿Qué temas le sugieren la escritura? ¿Cuándo da por finalizado un relato?
-En mi caso, el proceso es el contrario: no existe un tema que provoque la escritura, sino que es la propia escritura la que me va llevando hacia el tema. Por lo general, doy por terminado un relato cuando creo haber encontrado un vacío significativo en el sentido del texto, una grieta o un agujero que no puedo ni quiero rellenar.
-¿Cuento o relato?
-Siempre me dio un poco igual, pero ahora prefiero “relato” porque el significado infantil que se le atribuye a “cuento” es una fuente de malentendidos.
-Ha publicado varios libros, todos ellos de relatos. ¿Se siente más cómodo en la distancia corta?
-Me siento cómodo unos días e incómodo otros, pero no sé si más o menos que en otros géneros. Lo que más miedo me da de la novela, por ejemplo, no son las cuestiones técnicas, que me parecen perfectamente claras y asumibles: yo tengo miedo de aburrirme o de terminar escribiendo por escribir.
-Me ha parecido que en algunos de los relatos juega mucho con los diálogos, que son casi teatrales. ¿Una forma de conocer a los personajes a través de su propia voz?
-Existen varias formas de mostrar a los personajes: por lo que hacen, lo que dicen, lo que el narrador dice de ellos o lo que otros personajes dicen de ellos. Yo creo que son todas válidas y eficaces, pero siento debilidad por lo que hacen y dicen los personajes, y cierta antipatía por esas historias de pornografía emocional en las que prácticamente solo sabemos de los personajes lo que el narrador nos va diciendo sobre ellos.
-¿Cuáles considera sus influencias?
-No soy muy consciente de mis influencias y sería algo esquemático intentar reducirlas solo a la literatura. Están también la música, el cine, la tele, el cómic, los dibujos animados, la familia, ese amigo que conservo desde el parvulario, aquella chica que me besó por primera vez, todo... Sé que los escritores cuando responden a esta pregunta suelen enumerar listas interminables de grandes autores de la Literatura Universal, contrastadísimos todos, pero yo no me las creo. Si no me creo las de los demás, cómo voy a darle la mía. Creo que será mejor que nos ahorremos todos una media mentira o una media verdad. Sí que me gustaría citar, en cambio, a varios cuentistas vascos o vinculados al País Vasco que me resultan atractivos como lector: Jon Bilbao, Pedro Ugarte, Eider Rodríguez, Iban Zaldua y Jokin Muñoz.