Nueva poesía en el viejo reyno
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La Biblioteca Nacional de España acoge la presentación del libro Nueva poesía en el viejo reyno - Ocho poetas navarros, publicado por la editorial Hiperión y el Gobierno de Navarra. Este acto lo organiza la Delegación del Gobierno de Navarra en Madrid.
Editado por Jesús Munárriz, a partir de la selección y el estudio preliminar que ha realizado Consuelo Allué, el libro recoge los poemas de Daniel Aldaya, Marina Aoiz, Javier Asiáin, Fernando Luis Chivite, Francisco Javier Irazoki, Alfonso Pascal, Maite Pérez y Alfredo Rodríguez.
La presente obra presenta a ocho poetas navarros que representan a los que desarrollan su obra ya en el siglo XXI y en español. Son poetas con criterios y opciones diferentes; todos ellos tienen voz propia, una estética definida y han publicado buenos libros. En su conjunto permitirá al lector apreciar la calidad de la poesía que se escribe en Navarra.
Información procedente de la Biblioteca Nacional.
Entrevista con Pedro Tellería en 'Pompas de papel'
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Entrevista a Pedro Tellería aparecida en el programa Pompas de papel de Radio Euskadi con motivo de la publicación de su primera novela, Un asunto muerto (Arte Activo). Aparecida el 18 de febrero.
Marisol Ortiz de Zárate, nueva asociada
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La escritora Marisol Ortiz de Zárate ha entrado a formar parte de la AEE/EIE. Nacida en Vitoria ha publicado cuatro novelas, Los enigmas de Leonardo (Bruño 2002) —actualmente en la 10ª edición—, La cruz bajo a lengua (Arte-Activo 2007), La canción de Shao-Li (Bambú 2009) —Libro recomendado en LO+PLUS 2009 por la fundación GERMÁN SÁNCHEZ RUIPÉREZ. PREMIO A LA MEJOR NOVELA JUVENIL-ADULTOS DE FICCIÓN EN LOS LATINO BOOKS AWARDS 2010, NUEVA YORK. FINALISTA PARA LOS PREMOS HACHE 2012, DEL AYUNTAMIENTO DE CARTAGENA, MURCIA, todavía sin fallar. Actualmente en la 4ª edición. Edición en e-book— y Cantan los gallos (Bambú 2011). Colaboradora con sus relatos en diarios como El Correo, ha obtenido, entre otros, los Premios de relato corto Antonia Cerrato 2006, Víctor Chamorro, María Giralt 2007 o Encuentro de dos mundos 2008 (Ferney-Voltaire, Francia).
Elogio de la locura
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- Written by José Serna Andrés
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COMO decía Erasmo de Rotterdam, en un tiempo de crisis en Europa, "es justo alabarse a sí mismo cuando uno no tiene nadie que lo alabe, por eso me elogio hoy, pues me lo merezco". Y añadimos: soy la estupidez, la necedad, la locura, y soy lo mejor que hay en este mundo. Es habitual que las personas que conocemos se enorgullezcan de las profundas injusticias del capitalismo, de sus dioses, las agencias de calificación, y de sus verdugos, los bancos. Hay felicidad en las nuevas catedrales de la Bolsa donde, según la vela que se encienda a los dioses de la información privilegiada, es posible robar, especular, ganar dinero virtual en algo más que un puro juego de Monopoly, mientras que la gente real lo gana con el sudor de su frente. Como nada se escapa ya a los ojos vigilantes de los mercados es de natural complacencia alegrarse porque como las personas ahora han aumentado su protección sanitaria viven más tiempo y hacen propaganda de que por eso precisamente se ha aumentado la vida laboral. Además, el dinero que se ha acumulado para aumentar el nivel sanitario ahora se va a destinar a otras preocupaciones más vitales como el aumento en gastos de telefonía móvil, seguridad-seguridad, encarecimiento de viajes a paraísos fiscales, informes varios a agencias inexistentes, y no va a importar que se alargue la vida laboral de quien no tiene garantías de que en ese tiempo se proteja su salud, ni sus prestaciones de enfermedad, ni las ausencias del trabajo, ni cobrar el paro, porque es muy fácil expulsar a alguien de un trabajo. ¿Cómo se va a poder llegar hasta el final de una larga vida laboral si no se protege la salud?
Ha habido muchas personas luchando durante siglos para obtener mayor dignidad humana, para que se aceptase de una vez que una persona es una persona, y no un objeto que se puede cambiar o se puede llevar a reciclaje, o al basurero del olvido más cercano. Pero estamos en el siglo XXI. Aquí la posmodernidad exige sacrificios humanos, como en la antigüedad. Que sí, que hay que volver a los primeros tiempos, cuando se hacían sacrificios humanos a los dioses para que fuesen benevolentes. Se ofrecía al hijo primogénito del rey si era necesario. Eso siguen queriendo los dioses, sacrificios humanos, muchos sacrificios, pero no del hijo del rey, sino de la mayor parte de la población. ¿Por qué se quejan esos que se encuentran en el paro, con el único abrigo de una familia que cada vez tiene más problemas de subsistencia? Pues sepan que se quejan de vicio, dos terceras partes de la humanidad tienen problemas para subsistir y callan. No pasa nada. Más hambre debía haber, así se quejarían con razón, lo demás es puro vicio.
Eso de estudiar una carrera, idiomas, dominar la informática, ha sido una diversión para la etapa adolescente. La vida real, adulta, que comienza con una estabilidad económica, entre los 38 y 40 años, va por otras rutas. Aguantar muchas horas en la fiesta, ver partidos de infarto… es lo que importa. Así ganamos el mundo, y presumimos de grandes deportistas, aunque con sus dineros en paraísos fiscales. Y si la cosa es tan sencilla Francia y Alemania se encargarán de enviar armas a Grecia para que mantenga más de cien mil soldados con un armamento que se les acaba de vender, con un dinero que después se les va a pedir, a medio perdonar, a humillar, pero con muchos intereses… Francia ha vendido hace poco tiempo fragatas y helicópteros de combate por tres mil millones de euros a Grecia, y Alemania seis submarinos por mil millones. Les prestan dinero para que compren armas Los dioses griegos saben mejor que nadie que, hoy en día, es Plutón el que manda, y la plutocracia el único sistema posible de gobierno.
Porque como decía el gran Erasmo, "aquí no hay más dios que Plutón -dios de la riqueza-, supremo dios… que con un solo gesto suyo, hoy como en otro tiempo, se trastornan desde sus cimientos todas las cosas sagradas y profanas. Por su arbitrio se rigen la guerra, la paz, los imperios, los consejos, los juicios, los comicios, los matrimonios, los pactos, las alianzas, las leyes, las artes, lo cómico, lo serio… me falta el aliento… en suma, todos los negocios públicos y privados de los mortales. Sin su ayuda, el pueblo entero… los mismos dioses mayores no existirían, o por lo menos no podrían comer caliente". El problema es que cada vez son menos los bendecidos por ese dios. Alabémonos, hermanos, a nosotros mismos, porque ya no tenemos a nadie que nos alabe.
Artículo aparecido el 1 de marzo en Deia.
Un ejercicio de filosofía visual
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- Written by Javier Otaola
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Las fotografías de Sebastián Utreras que se recogen en este libro editado con artístico valor por la Editorial masonica han de permitir a los que se asomen a sus páginas una aproximación a la vida de una logia masónica en un modo que se aproxima más que otros a la experiencia vital de tantos masones y masonas: a través de la belleza. Las fotografías de Sebastián Utreras atrapan por su magia visual, por su personalísima perspectiva, por una belleza sencilla y potente que muestra la poesía de los gestos, los símbolos y los ritos que se trabajan en las logias.
Sebastián Utreras podía haber escogido otras logias, en Londres, o en Berlin, en Paris o en Nueva York, quizá más nutridas y numerosas, con oficiales adornados con hermosos mandiles y majestuosos collares, logias más ricas, cargadas de cierta pompa y esplendor, tan del gusto de la masonería anglosajona. No exentas tampoco de su propia belleza solemne pero siempre amenazadas de falsificación por causa de un halo de poder real o imaginario que fácilmente puede oscurecer su capacidad de esclarecimiento. Sebastián Utreras ha fijado su objetivo en una logia chilena, en una pequeña población, en un inmueble corriente; una logia en la que hombres y mujeres trabajan en pie de igualdad, de condición social común, hecha con materiales también sencillos, incluso modestos. Eso le permite mostrar la sabiduría, la fuerza y la belleza del simbolismo masónico en todo su esplendor, sin dorados y oropeles, que brillan con resplandor engañoso pero que no dan luz sino que tantas veces ofuscan y envanecen.
Las fotografías de Sebastián Utreras ponen de manifiesto cómo el método masónico, con unos pocos elementos materiales, con seriedad verdaderamente filosófica es capaz de romper la costra de nuestra conciencia cotidiana, distraída de nuestro ser, y crear una intimidad convocada en la que podemos encontrarnos con otros y con nosotros mismos en un nivel de radicalidad y de comunicación que es literalmente extra-ordinario. Quien lo ha probado lo sabe.
Eso es posible creo yo porque hay una especial poética en las imágenes, escenas y gestos que producimos en Logia. El escenario de un taller masónico trabajando no es sólo un lugar para el intercambio de ideas, el diálogo y para la palabra. Esa palabra y ese diálogo se producen en una atmósfera poetizada por la presencia de símbolos, dinamizada por un ritual en el que todos tenemos un papel y gracias al cual también nosotros nos convertimos en símbolos, unos y otras, en un juego de miradas mutuas.
La palabra griega poiesi, raíz de nuestra palabra poesía, significa ‘creación’, o ‘producción’. Viene a su vez de palabra poien que dice ‘hacer’ o ‘realizar’. Platón define en El banquete el término poiesis como «la causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no-ser a ser».
Martin Heidegger explica la poiesis como «el florecer de la flor, el salir de una mariposa de su capullo, la caída de una cascada cuando la nieve comienza a derretirse». Con estas analogías el filósofo alemán destaca el momento significativo que se produce en el momento de la transformación cuando algo comienza a dejar de ser lo que aún es y comienza a ser lo que no todavía no es.
Si el método masónico que se practica en las logias del Oficio, es como pienso, un trabajo teórico y una iniciación práctica al ser –una invitación al esclarecimiento de nuestro ser- entonces estas reflexiones sobre la belleza poética y la virtualidad poiética –creadora y recreadora- del simbolismo masónico son plenamente pertinentes.
Lo primero que me atrajo de las hermosas imágenes de Sebastián Utreras fue la sencillez de los elementos con los que logra transmitir la belleza y la potencia del ritual masónico. Los juegos de luces y sombras nos evocan nuestras propias luces y sombras interiores, las muchas dudas y las pocas certezas sobre las que pretendemos cimentarnos.
Me gusta también la seriedad del ritual masónico que refleja el objetivo de Sebastián Utreras. Una seriedad que no es lúgubre sino alegre a pesar de que el trabajo de la logia tiene la gravedad de las cosas radicales que se refieren a cuestiones esenciales como la vida y la muerte, el sentido y el sinsentido, el amor y la justicia, la comunicación y la incomunicación, la libertad y la responsabilidad, la fraternidad y la soledad. Hay una clara alegría en la sencillez de los elementos simbólicos, en la naturalidad de los gestos, en la pureza de las intenciones que capta el ojo de Sebastián Utreras. Una alegría que no deriva del aturdimiento de la conciencia sino de su esclarecimiento, una alegría que se refuerza en los lazos fraternales y en el respeto que debe respirarse en la logia. Una alegría que no se agota sino que se renueva constantemente con la llegada de nuevos hombres y mujeres que aportan su itinerario biográfico, su experiencia vital, los afectos de su corazón y las luces de su inteligencia enriqueciendo así a todo la logia.
La Mirada que nos presenta Sebastián Utreras con sus magníficas fotografías nos muestra la logia como una representación del Mundo, como un microcosmos que incluye las tres faces del mundo humano:
a) En primer lugar el mundo de las cosas, de los lugares, de la naturaleza y de los acontecimientos que nos rodean, que aparece representado por el cielo estrellado, el sol, la luna….
b) También el mundo de nuestro ser interior, el mundo de nuestra conciencia, de nuestra psicología, evocado por el mosaico negro y blanco, y por las luces que nos iluminan en logia.
c) Finalmente el mundo de las relaciones con los otros y otras, representado por los demás hermanos y hermanas que nos evocan los lazos de la familia, la cultura y la historia.
La Logia es una representación a pequeña escala de esa triple condición de nuestro mundo en el que estamos y en el que debemos encontrar nuestras posibilidades de ser. La logia y el ritual masónico nos recuerdan constantemente la frase del maestro Ortega y Gasset: Yo soy yo [mi yo interior] y mi circunstancia [mi entorno natural, cultural e histórico] y si no salvo mi circunstancia no me salvo a mí mismo.
Las fotografías de Sebastián Utreras visitan todo el ritual masónico en Logia. La llegada de los hermanos y hermanas, el encuentro en la sala de pasos perdidos, la preparación de la logia, el ceremonial de apertura de los trabajos y la entrada en logia que nos marcan el umbral entre el tiempo profano y el tiempo masónico, la preparación de nuestra conciencia alerta, el encendido de luces, que nos invita a buscar la luz en nosotros y en aquellos que nos acompañan, el ritual de iniciación que representa de una manera sucinta pero potente el curso íntegro del método masónico, la cámara de reflexión, los viajes del iniciado, –el momento de la disolución, de la búsqueda, del hallazgo, de la confirmación y del despliegue- , una tenida al aire libre que nos descubre cómo el universo mismo es una especie de Gran Logia en la que todos trabajamos, la cadena de unión que evoca el lazo de la fraternidad que nos une a los otros, la ceremonia fúnebre de la columna truncada, los oficios y oficiales de la logia, la Venerable Maestra, lo Vigilantes, los Aprendices, los Compañeros, los Maestros…la escuadra y el compás, las herramientas… y todas esas imágenes, evocadoras, nos hablan en su hermoso silencio de una experiencia filosófica, de un encuentro, de un lazo de fraternidad. La genialidad del trabajo de Sebastián Utreras es la naturalidad con la que muestra la estética del decorum masónico, una estética y una poesía que se quieren poner al servicio del hombre y de la mujer de hoy, como lo hizo en el pasado, del hombre y de la mujer, que como Goethe son de la estirpe que de lo oscuro a lo claro aspiran.