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Juan Carlos Márquez (Bilbao, 1967) es una de las voces más originales y versátiles del cuento español actual. Sus dos primeros libros de relatos, Norteamérica profunda y Oficios (Premio Tiflos 2008) fueron obras premiadas en su momento y seleccionadas en dos ediciones consecutivas entre los finalistas del Premio Setenil. Su inclusión en las dos principales antologías del cuento en lo que llevamos de siglo y, sobre todo, su tercer trabajo, Llenad la Tierra (Menoscuarto, 2010), le han consolidado como cuentista y han permitido que su escritura llegue a nuevos lectores. El próximo 18 de febrero presentará este último libro de relatos en la Fnac de Bilbao y el día 25, viernes, lo hará en La Central de Barcelona. Desde Madrid, ciudad en la que reside desde hace años y donde imparte clases en la Escuela de Escritores, Juan Carlos Márquez atiende a esta entrevista y nos da algunas claves de su literatura.

¿Por qué el cuento, Juan Carlos? ¿Qué te impulsó a insistir con tus primeros tres libros en la narrativa breve?

No puedo darte una razón convincente. No fue algo que decidiera yo, sino la propia naturaleza “no novelesca” de las historias que me fueron surgiendo. De la misma forma, cuando terminé el relato “El sótano” (primer capítulo de Tangram, novela que publicará este año Salto de Página), supe que eso no podía quedarse ahí, que aquella narración era el germen de una historia más compleja y extensa.

En su momento acuñaste una afortunada expresión, la “Generación plica”, para referirte a una serie de autores que se han abierto camino por sí mismos y por su trabajo, sin padrinos ni cuadrillas. Ahora que has dicho en alguna parte que ya no te presentas a concursos, ¿qué han significado para ti los premios a tus textos, el Tiflos, tu presencia en la recta final de dos ediciones del Setenil o en la del Ribera del Duero?

Los premios me han dado unos miles de euros y me han servido para publicar dos libros y darme a conocer en el mundillo del relato. Solo puedo estarles agradecido. Hace tiempo que no me presento a ninguno, dos años exactamente (el Ríbera del Duero fue el último), pero no he renunciado a hacerlo...

Más información en Revista de Letras.

Juan Carlos MárquezCon sus tres primeros libros, 'Norteamérica profunda', 'Oficios' y 'Llenad la tierra', Juan Carlos Márquez (Bilbao, 1967) consiguió ser reconocido como un notable escritor de cuentos. Sin embargo, tras la publicación de 'Tangram' (Salto de Página) ya no es posible circunscribirlo distraídamente a la cuentística. Su nuevo trabajo, aunque deudor de las brevedades, es una novela. La historia, que adquiere la solidez de la buena narrativa, se nutre de distintos géneros. 'Tangram' ofrece humor, terror, suspense, romance y una magnífica galería de tiernos perdedores y tipos poco recomendables que se las ven y se las desean para, cada uno a su manera -alguna muy peregrina- , intentar ser felices. Se trata, en definitiva, de un libro «travieso», en el que, a pesar de la dureza de algunos pasajes, se preserva el carácter lúdico de la literatura.

- Nos habíamos acostumbrado a referirle como cuentista, pero nos ha sorprendido con 'Tangram', una novela que, eso sí, es algo deudora del relato.

- Comencé a escribir 'Tangram' convencido de que en cualquier faceta de la vida los cambios drásticos necesitan a menudo una transición. 'Tangram' era mi transición narrativa, un puente entre el relato y la novela que pretendía beber de de ambos géneros: de la complejidad argumental y estructural de la novela y de la inmediatez y la contundencia del relato. Un puente flexible, ligero, sostenido sobre la idea de agilidad. Una vez escrito el libro, resultó que el puente me interesa tanto como las orillas que une.

- La estructura de la novela se convierte en un elemento narrativo más que genera deseos de saber cómo y cuándo se irán uniendo las piezas?

- Esos deseos, consecuencia de la intriga común que vertebra las historias, me parecen fundamentales para que el libro funcione como conjunto novelesco y también para mantener al lector en un estado de alerta. Sin ese interés del lector por completar el puzzle, 'Tangram' sería una colección de relatos con unidad temática y personajes comunes, un libro muy distinto porque además, al tratarse de cuentos independientes, el tratamiento e incluso el desenlace de algunas historias hubieran sido diferentes.

- Hay en este libro un humor insobornable. Los personajes pueden atravesar situaciones muy difíciles, a veces terroríficas, pero siempre encuentra la manera de introducir algún elemento que nos haga sonreír: surrealismo desmandado, ironía, absurdo?

- Estoy convencido de que no hay ni puede haber vida ni literatura si no es bajo el paraguas de alguna variedad de humor. Incluso en las situaciones más dramáticas, nos tomamos a risa nuestras desgracias. No es raro ver a un mutilado bromear sobre la pierna que le amputaron o a un ciego sobre su ceguera. La búsqueda de la felicidad está siempre ensombrecida por la muerte y quizá por esa razón necesitemos el sentido del humor como un salvavidas al que agarrarnos ante esa certidumbre de la muerte. Creo que si fuéramos inmortales no tendríamos sentido del humor. De hecho, la gente que no tiene sentido del humor ya está muerta, pero no lo sabe.

- En su novela, los elementos de género son muy importantes, pero los trasciende: no resulta sencillo definirla.

- Para mí 'Tangram' es un cóctel de géneros. Hay un poco de thriller, mucho de comedia negra, unas gotas de terror, una pizca de novela policiaca, algo de autoficción?

- En alguna ocasión, ha afirmado que no se conforma con representar la realidad sino que quiere verle las tripas. Ese ejercicio ha cristalizado en pasajes de mucha dureza. ¿Tan mal está el mundo en que vivimos?

- No. Supongo que también existe el bien en el mundo, pero como escritor no me interesa.

- Vive en Madrid hace algunos años, pero se siente usted muy cerca de Bilbao. Del Athletic no hablaremos ahora, pero sí de la importante presencia de su ciudad natal en 'Tangram'?

- Hasta esta novela, Bilbao no había aparecido de manera explícita en ninguno de mis textos. Le debía ya un pequeño homenaje. Bilbao es la ciudad de mi infancia y mi juventud, me fui de allí con treinta años, era inevitable que acabara apareciendo en algún libro. En 'Tangram', si me apura, es un personaje más. Del Athletic quizá me ocupe en el futuro, pero para hacerle justicia tendré que escribir, como mínimo, una trilogía.

El oficio de escribir

- A pesar de lo difícil que es abrirse paso en el mundo literario, hay multitud de personas que quieren escribir. Esto es algo que usted observa en primera línea desde la Escuela de Escritores de Madrid, donde trabaja como profesor. ¿Qué empuja, principalmente, a sus alumnos a matricularse en sus cursos?

- Las motivaciones son variopintas. Hay alumnos con verdadero interés en convertir la escritura en una pieza importante de sus vidas, otros acuden en busca de compañeros con quienes compartir intereses y aficiones literarios, no faltan los que vienen en busca de lecturas provechosas y hay quienes acuden por curiosidad o para relacionarse con otras personas. Entre todos los alumnos que he tenido estos años, los que menos han proliferado son los que quieren abrirse paso en el mundo literario. Es más, los pocos que tuvieron esa pretensión desde un principio, terminaron abandonando pronto.

- ¿Siente usted que hay que sacrificar mucho para poder realizar una carrera literaria?

- No. Yo he ido poco a poco dirigiendo mi vida hacia la escritura y sus inmediaciones, y a medida que lo he ido consiguiendo más que un sacrificio he sentido una liberación. Para mí un sacrificio es hacer durante ocho horas un trabajo que no te motiva o incluso te desagrada.

Aparecido en el suplemento Territorios de El Correo.

El próximo lunes, día 17, David Barbero entrevistará a Juan Carlos Márquez con motivo de la publicación de Llenad la Tierra en el programa Fórum de ETB2. Será a las 7.50 h de la mañana (el espacio dura unos treinta minutos), así que si os apetece podéis desayunar con el escritor. Existe la posibilidad de verlo en "directo" en la web de EITB en el apartado "Televisión/ETB-SAT".

Entrevista a Juan Infante en el suplemento cultural 'Pérgola' del mes de julio, incluido en el periódico Bilbao:

"A veces las novelas surgen de la lectura de otras. Es lo que le ocurrió a Juan Infante tras acabar La jungla de asfalto, del escritor W.R. Burnett, en la que se teoriza sobre el atraco a un banco. “Me preguntaba cómo es posible que los americanos lo analicen todo, incluso sobre la posibilidad o no de robar un banco. Se hablaba en ella de la teoría de los dos minutos, el tiempo que tienes para llevar a cabo una acción antes de que la policía sea capaz de reaccionar”. Infante comenzó entonces a idear su novela en la que aparecía la bilbaína calle Ledesma, “cuando era pequeña y sucia y me fascinaban los convoys que llegaban al portalón del Banco de España”.

Y para ello nada mejor que recurrir a dos personajes ya empleados por Infante en El crimen de Cienfuegos, el sargento Puchades y el inspector Fabretti. Aunque en esta ocasión, Puchades, “esa especie de Torrente vasco”, aparezca sólo de forma marginal para dar paso a una inspectora de la Ertzaintza. “Hay gente que me dice que le gustan mis personajes y quizás por eso repito. Me parece que algunos pueden enlazar así con una novela anterior”. Incluso pensó en volver a María Urcelay, ese personaje un poco disparatado y yonki de Asesinato en Santurce, aunque finalmente vio que no tenía cabida.

Quince millones (Hiria) se convierte así en una obra “muy ligada a la ciudad de Bilbao, porque creo que existe una tradición que hace que la novela negra esté pegada a la ciudad. Lo hacía Vázquez Montalbán cuando en sus novelas aparecían locales muy de Barcelona, y lo hace también gente como Donna León o Ginénez Bartlett”. Además, Infante se halla a gusto en la novela negra, “soy lector y afionado, me encuentro cómodo escribiendo sobre robos o asesinatos. No me veo contando historias sobre mi vida personal”, señala.

En su nueva incursión narrativa incorpora algunas novedades que escapan de las calles bilbaínas. Uno de sus personajes es un abogado gaditano, un personaje interesado “en la manzanilla y en la música de Rocío Jurado”, apunta. “He pasado veranos en la bahía de Cádiz; tuve incluso dos clientes en las cárceles de la zona que me permitieron además describir los escenarios con conocimiento de causa”. Y plantear asimismo “esas relaciones entre diferentes cuerpos policiales más fáciles y fluidas de lo que la gente podría pensar”.

Todo ello en favor de una novela que conducirá al lector hacia una pregunta: ¿puede cometerse el robo perfecto? ¿Y puede la Ertzaintza impedirlo? Pero eso sólo se sabrá tras la lectura de estos Quince millones."

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