La amistad de Goethe y Schiller representa, dentro de la cultura alemana, un acontecimiento de carácter simbólico. Por su significado y sus repercusiones rebasa la mera relación afortunada entre dos inteligencias excepcionales que supieron congeniar. Supuso, por decirlo con el lenguaje de la época, un encuentro productivo entre dos espíritus francos de rivalidad y de envidia, que se fecundaron mutuamente. Quizá el vocablo amistad designe de manera insuficiente algo de mayor alcance que abarcaría, junto a los coloquios de alto rumbo, la colaboración y el debate, el afecto compartido por dos seres de temperamentos harto disímiles. Bienaventurado el escritor que no está solo con los frutos frecuentemente defectuosos de su inventiva; que tiene quien se los juzgue en privado, sin pelos en la lengua, cuando aún hay tiempo de mejorarlos mediante la sugerencia de rectificaciones y cambios; un cómplice que es, además, la otra parte de un abrazo.
Aparecido el 16 de septiembre en El Cultural.