Entrevista a Ascensión Badiola con motivo de la publicación de Cárceles y campos de concentración en Bizkaia aparecida el 24 de octubre en el diario Deia y firmada por I. Gorriti. La foto es de Pablo Viñas:
Badiola (Bilbao, 1961) se confiesa "pesimista" ante una posible revolución de la memoria histórica que estamos viviendo. A pesar de ello, "seguirá habiendo investigadores que se afanen por aflorar los secretos que se mantienen en los archivos y el producto de ese esfuerzo inmenso será bueno para todos", asevera con optimismo. Es su caso, Ascensión desencarcela en su último libro información oculta de un tiempo en el que las sombras se imponían a las luces.
¿Cuántas cárceles y campos de concentración hubo en Bizkaia entre 1937 y 1940?
Al caer el Ejército vasco, toda Euskadi fue una inmensa cárcel. Los prisioneros llenaron no solamente las cárceles y los campos de concentración que se crearon expresamente sino que se utilizaron escuelas, institutos, conventos, barcos, chalets y todo edificio susceptible de albergar la ingente masa de prisioneros en manos de Franco.
¿Sabe si el número de prisiones fue mayor que en otros territorios?
Esto ocurrió igualmente en toda la geografía franquista, a medida que los sublevados fueron ocupando territorio, por eso es difícil y puede inducir a error hablar de números. El esquema carcelario de entonces no tiene nada que ver con lo que hoy en día entenderíamos por cárcel.
¿Cuáles destacaría y por qué?
Hay que destacar la cárcel de Larrinaga en Bilbao porque se convirtió en el centro de ejecución por excelencia para todos los prisioneros que cayeron en manos de la auditoría de guerra de Bizkaia, sin olvidar los miles de hombres que pasaron sin juicio alguno, a la espera de clasificación, por los campos de concentración de Deusto y de Orduña, creados con ese carácter por la Inspección de Campos de Concentración, al igual que el de Murgia, en Araba, y el de Irun, en Gipuzkoa.
Aunque el título cita Bizkaia, su primera intención era incidir en las prisiones de Bilbao, ¿le gustaría investigar más a fondo otras como las de mujeres de Durango o Amorebieta o los centros de Gernika?
Sí, claro que me gustaría, el problema fundamental es que ha pasado demasiado tiempo y la documentación se ha perdido. Tampoco es fácil encontrar testimonios orales porque la gente que vivió aquella tragedia es ya muy mayor.
Hablando de mujeres, el trabajo de investigación incluye los nombres de más de 9.000 personas represaliadas por el franquismo. ¿Sabe cuántas de ellas fueron mujeres?
Los anexos del libro hacen referencia a 9.000 nombres entre fusilados, encarcelados y concentrados en campos, de los cuáles solo aparecen 19 mujeres fusiladas en Bilbao en ese periodo. Los demás son todos hombres porque estamos hablando de prisioneros que estuvieron en el frente. Debería puntualizar que estos 9.000 nombres apenas son una pequeña muestra del total de personas privadas de libertad, ello sin contar desterrados, sancionados, incautados, etc.
El trabajo enmarca dos fechas emblemáticas: el Pacto de Santoña y la clausura del campo de concentración de Deusto. ¿Qué destacaría de esas efemérides?
El Pacto fue un intento fallido de terminar la guerra de una forma airosa para el Euzko Gudarostea. Los responsables del pacto mantuvieron las esperanzas de éxito hasta casi la Navidad del 37 cuando empezaron los fusilamientos en masa. Por otro lado, la clausura de los campos a finales del 39 y principios del 40 fue un intento de Franco de ofrecer una imagen al exterior de normalización de la vida en la Nueva España, sin embargo, la represión a los perdedores continuó en las cárceles y fuera de ellas.
En escasos meses, encadena dos presentaciones de libros, el anterior una novela. ¿Qué otros proyectos tiene entre manos?
Cierto, La ría de los afrancesados se publicó en noviembre 2010 y el presente ensayo ha salido en mayo 2011, ambos publicados por Txertoa. A finales de octubre saldrá a las librerías mi segunda novela, publicada por una editorial madrileña, bajo el título La bala que mató al general.
¿Sobre qué versará ese trabajo?
Es una novela de intriga y espionaje alrededor de Tomás Zumalacarregui.
A su juicio, ¿2011 y 2012 van a ser los años de la imparable 'Revolución de la Memoria Histórica'?
Bueno, a mi juicio todos los pueblos tienen derecho a conocer y analizar su pasado con la mayor objetividad posible. No obstante, soy pesimista sobre la revolución de la que usted me habla porque ha pasado demasiado tiempo, por otra parte necesario para evitar enfrentamientos, y se han perdido demasiados datos y testimonios. A pesar de ello, creo que seguirá habiendo investigadores que se afanen por aflorar los secretos que se mantienen en los archivos y el producto de ese esfuerzo inmenso será bueno para todos, se sea nieto de vencedores o perdedores.