Aparecido en El Correo del 10 de abril:
«En contra de un uso bastante común la palabra “laicidad” no hace referencia a una “confesión” de arreligiosidad, las personas no somos “laicas”: somos agnósticos, budistas, ateos, cristianos…., son las instituciones las que son laicas. El profesor Gregorio Peces Barba define la cuestión con precisión: “La laicidad es una situación, con estatus político y jurídico, que garantiza la neutralidad en el tema religioso, el pluralismo, los derechos y las libertades, y la participación de todos”. O sea, la laicidad es un posición jurídico y política, no una confesión entre otras. La laicidad no es sino una estrategia de neutralidad religiosa de las instituciones políticas; la laicidad pretende un orden político que no se limite a ser una mera exaltación o celebración de la comunidad sobre la que se funda, pretende establecer un poder público al servicio de los ciudadanos considerados en su condición de tales, y no en función de su identidad nacionalitaria, étnica, de clase o religiosa.
La idea misma de laicidad, o lo que los ingleses llaman “civilty” ha surgido, no sin conflicto, en el seno de los países de sociología cristiana a partir de Hugo Grotio (1583-1645) que propuso independizar el Derecho Internacional de las cuestiones religiosas, lo que ha devenido por efecto de la secularización también en independencia del pensamiento político, filosófico y científico. La presencia entre nosotros de importantes comunidades musulmanas que no han conocido en sus países de origen las fórmulas de la convivencia secularizada y la vigencia de los principios de laicidad, sino que muy al contrario han sido educadas en el valor comunitario de su religión están planteando algunos problemas que pensábamos que ya estaban superados que nos retrotraen a los tiempos del carlismo.
Los días 16 de diciembre de 2011 y 20 de enero de 2012, agentes no uniformados de Mossos d’Esquadra asistieron a la mezquita de Terrassa, con la finalidad de registrar los sermones que habitualmente imparte el imán del lugar para analizar su contenido, y, determinar el carácter eventualmente delictivo de algunos de sus mensajes apologéticos. Abdeslam Laaroussi, el imán, ante una asistencia masculina en torno a las 1.500 varones, hablando en árabe, quizá pensando en que su mensaje no tendría trascendencia fuera de las paredes de la mezquita se explayó en una serie de consideraciones recomendando a los allí presentes que mantuvieran su autoridad como hombres antes sus mujeres recurriendo a la amonestación, la intimidación y si fuera necesario a los golpes…eso sí procurando no dejar marcas en el rostro, ni fracturar ningún hueso, y de ese modo conseguir que sus mujeres se mantengan sumisas y no se atrevan a ser independientes económicamente ni a tener cuentas bancarias propias, y se dediquen a cuidar de su marido y a educar a los hijos.
De acuerdo con la doctrina impartida por el Sr. Laaroussi en su interpretación de El Corán, el varón ostenta una posición de absoluta superioridad y de control sobre la mujer, que colisiona con el principio de igualdad (art. 14 CE) y la igualdad de derechos y obligaciones entre cónyuges; pero para el Sr. Laaroussi esas leyes protectoras de la autonomía personal de la mujer no deben ser tenidas en cuenta por los buenos musulmanes. Y así predicaba:
“Tratar bien a las mujeres y otorgarles sus derechos, sin duda la mujer ha nacido de una costilla torcida, y lo mas torcido de una costilla es la parte delantera” …/…Si hay casos de desobediencia y de actitudes malas, el hombre musulmán no debe precipitarse al divorcio, ni que se deje llevar en los momentos de tensión. Tiene que meditar, tiene que reflexionar y sobre todo tiene que aplicar lo que el Islam nos ha dictado. Hay métodos y soluciones para estos conflictos y citó la famosa soura del Corán que dice
“¡Amonestad a aquéllas de quienes temáis que se rebelen, dejarlas solas en el lecho, pegarlas! si os obedecen, no os metáis más con ellas, Alá es excelso, grande”
Efectivamente el hombre le tiene que enseñar a su esposa las obligaciones y los deberes que Dios nos ha dictado. …/… Y sí, hermanos, con este método no se soluciona el conflicto, pues tienes que acudir a los golpes, ¿cómo son estos golpes? los golpes no son lo que provocan las fracturas de los huesos, no son los que hacen correr la sangre, no son los golpes en la cara... no. El Islam te dice:
No afees, no golpees en la cara, no hagas correr la sangre, esto es el Islam, puede ser que en algunos momentos los golpes se limitan a dar golpes con el Siwak, a veces se limitan así.
“...En el Islam los golpes son una practica tolerable, pero los golpes tienen límites a los que se llega cuando las otras soluciones no son efectivas.
Estos métodos o vías que utiliza la persona para solucionar estos conflictos tienen que ser discretos, que nadie sepa de ellos fuera de la vida conyugal...”
“... Hoy en día una de las causas del divorcio es que la mujer sale a la calle a trabajar y se convierte en una mujer independiente, con su propia cuenta bancaria quedándose los niños sin educación.
Esta mujer que tiene su propia independencia, que tiene trabajo y dinero, mira al hombre con una mirada de desprecio. El hombre en este caso tiene que trabajar también en casa, como preparar la comida y lavar la ropa, y esto conlleva a una ruptura y conflicto entre el hombre y la mujer.
El hecho religioso en general y el Islam en particular, por su propia naturaleza, arraigado en unos textos sagrados y en la guarda de una tradición ha evolucionado –salvo en las sociedades protestantes secularizadas- mucho más lentamente que el pensamiento filosófico y político en relación con la situación personal y social de la mujer. Es preciso en este terreno mantener una beligerancia cívica y legislativa que garantice, como verdadera cuestión de orden público la libertad y la protección de todos -pero especialmente de la mujer- frente a la intimidación, la presión o incluso la violencia que puede sufrir por parte de su propia Comunidad, siempre en el marco del derecho constitucional de toda persona a la libertad de pensamiento y de conciencia.
Nos va mucho en ello. A todos.