Otra opción es salirse de la urbe y migrar al campo. El tópico es clásico, pero la factura puede ser contemporánea, como dejó constancia Henry Miller en Big Sur y las naranjas del Bosco. El hombre que no se adapta hace las maletas y alquila una cabaña. Cuelga su ropa barata, coloca sus pocos libros y vive con lo indispensable. Ajeno a los sueños de la urbe loca, descubre la música del firmamento en la noche (o la luz de la aurora ante un nuevo mar).
De cosas así habla Miller en ese libro. Místico, austero y optimista, recuerda París, diserta sobre el destino, dios o el carácter o traza una semblanza inolvidable de Conrad Moricand, un astrólogo suizo tan bohemio y decadente como los inadaptados de Baroja, por ejemplo.
Dan ganas de vivir tras leer este libro. Dan ganas de comprarse una cabaña y vivir con poco, como en el famoso poema. Puede leerse como un libro de anticipación y pensar, por ejemplo, cómo seremos dentro de treinta años. De la opulencia capitalista a la contracultura subsidiaria y de ésta a la cabaña. La civilización traza círculos que se averiguan en el pasado.
Pedro Tellería para Espacio Luke.