PONT-AVEN: Marzo, 1938

Cuando la penumbra se volvió espesa y los lirios tempranos se cerraron, Martín, la Colombeta y el Tonto cenaron algo frío y poco condimentado, queso curado, panecillos de Cremona, tal vez algo dulce, y se fueron a dormir. Martín y el Tonto dormían en el carromato, en sendos elementales catres, por lo demás calientes y confortables;
el Gran Jérôme y la Colombeta solían alquilar posada, si era menester. La Colombeta se acostó en la cama fría y grande que compartía con su padre y echó de menos su calor. No se durmió inmediatamente y oyó a lamujer de la posada guardar los perros en el cobertizo y, ya dentro de la vivienda, atrancar la puerta exterior. Oyó también las pisadas perezosas de los últimos calaveras que regresaban de la taberna a sus casas. Pero no oyó al Gran Jérôme. Después sintió el rielo de la luna y después el lento transcurrir de la noche toda. Rayaba el alba cuando Colombeta se durmió. Unos golpes en la ventana la despertaron. El Gran Jérôme repetía su nombre y ella le abrió, todaví soñolienta, y le ayudó a traspasar el alfeizar con premura, para que su vozarrón quebrado no atravesara las paredes de las casas dormidas. Podría haber sido un hombre mucho más ágil, y de hecho lo fue, en otro tiempo, pero ahora la cojera le ponía una traba en las piernas. Venía borracho y olía a trasnochada, que es una mezcla de humo, mugre y tristeza; la bragueta de los pantalones mostraba un húmedo cerco de orín. Le acostó, le desnudó con gran esfuerzo y lavó su faz amoratada, su incontinente entrepierna. Colombeta se acurrucó en la gruta de sus brazos poderosos y respiró su aliento etílico. ¿Se fijaría en el vendaje tosco de su mano? ¿Advertiría los rasguños de su cara? ¡Bonito estaba para reparar en ella! Entonces ¿con quién se consolaba? La congoja deshizo el abrazo y levantó un muro entre los cuerpos mamposteado de frustración y de rabia, y cuando el Gran Jérôme intentaba franquearlo, Colombeta protestaba “jo, viejo papi, estás borracho”, aunque sabía que eran palabras baldías como estopa, que una vez dichas,
agonizaban.
-Hija – gangoseó él -, Sara Bernhardt, la Diosa, como me gusta llamarla, siempre decía que el hombre solo es un auténtico hombre cuando bebe. El resto del tiempo es un actor que representa sus papeles... – se calló de inmediato y su respiración se volvió espesa. ¿Estaba dormido? -. Pa... papeles de artista de circo... pa... papeles de jefe... de esposo... d... de...padre...d... de...
Algo más tarde finalmente se durmieron..