"Puede lavarse las manos si lo desea" -dijo amablemente la señora Monty acercando una toalla inmaculadamente blanca al fontanero que acababa de arreglarle el grifo de la bañera.
"Mejor me las quito y las tiro a la basura, después de trabajar todo el día, están hechas unos zorros". Y dicho y hecho, ante los asombrados ojos de la señora Monty, aquel hombre de aspecto simpático y bonachón se desenroscó ambas manos y las tiró al cubo de la basura.
Todavía estupefacta por lo que acababa de ver le preguntó:
-"¿Y el resto del cuerpo también lo tiene usted de usar y tirar?"
-"Por supuesto, señora, actualmente si usted quiere los servicios de un fontanero de carne y hueso como los de antes, de un solo cuerpo para toda la vida, tendría que pagar un dineral". No sale rentable.
-Ya -dijo sin demasiado convencimiento la señora Monty, mientras le pagaba la factura por el arreglo del grifo y reflexionaba sobre el nuevo mundo de hombres y mujeres de quita y pon que se avecinaba y al que no acababa de acostumbrarse.
('Fontanería' pertenece al libro de relatos recientemente publicado 'Escena de familia con fantasma' , Menoscuarto,2014 )