El abuso de abreviaturas y acrónimos, la exaltación de determinados signos de puntuación y la utilización de emoticonos y otros códigos visuales se ha extendido a la casi totalidad de los cibernautas que se comunican en las redes sociales. Eso hizo creer a algunos sesudos varones que el uso de Internet estaba arruinando el lenguaje escrito, aunque algunas voces ya se han percatado de que tal suposición no tiene fundamento.
Es verdad que la web influye en la manera de leer y, por lo tanto, en la de escribir. El lector digital exige claridad y concisión, una virtud que nunca debe faltar en un texto para ser triunfal. El lector digital valora la calidad del mensaje, la novedad de un juicio certero o la osadía de una interpretación heterodoxa. Hasta aquí, todo el mundo está de acuerdo. Pero de poco sirve el contenido, si el embalaje es defectuoso. Y ese embalaje es el lenguaje que se utiliza para transmitir un pensamiento.
También es verdad que la lectura digital no es igual que la lectura sobre papel. En la pantalla, el lector encara accesorios que lo distraen más fácilmente que si está frente a un material inerte como es el papel. Tiene además facultad para cambiar el tamaño de letra, el color, la nitidez y posiblemente otros atributos que le serán ofrecidos conforme avance la tecnología. Pero todos estos inventos que tienden a mejorar la legibilidad le podrían impedir concentrar la mente para asimilar textos de una mediana dificultad, además del cansancio que produce la lectura prolongada de un dispositivo electrónico.
Escribir en Internet
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- Escrito por Manu de Ordeñana
- Categoría de nivel principal o raíz: Colaboraciones