El Correo invita a personas de la sociedad vasca a reinterpretar el edificio creado por Frank Ghery y sus obras
El Museo Guggenheim de Bilbao cumple 20 años y con ese motivo el periódico El Correo ha creado un amplio y heterogéneo mapa de testimonios que reciben el nombre de ‘Artciones’. Aportados por artistas que desde la vídeo creación, las performances, la literatura y la ilustración, forman un retrato a modo de puzle que se ha completado con un repaso histórico de las principales exposiciones e iniciativas que el museo ha puesto en pie en sus dos décadas de vida.
Pedro Ugarte, Fernando García Pañeda y Luisa Etxenike, miembros de la Asociación de Escritores de Euskadi/Euskadiko Idazleen Elkartea, participan con tres testimonios escritos, junto a otros diecisiete autores, en la mirada literaria al museo bilbaíno, convertido desde hace años en una de las referencias internacionales en el mundo del arte y en pieza esencial en la revitalización social y cultural de Bilbao y, por extensión, de todo el País Vasco.
Ugarte, reciente ganador del prestigioso Premio Setenil, hace referencia en su texto, The world is not enough, al rodaje de una de las películas de la serie James Bond rodada en Bilbao en 1999 y cuyas primeras imágenes tienen al edificio creado por Ghery como impresionante fondo de una secuencia de acción a mayor gloria del agente secreto con licencia para matar. Pedro Ugarte aprovecha la ocasión para dejar entrever ese otro Bilbao, el que no sale en el filme, el que le lleva al autor directamente a su biografía más personal: (…) La huida del agente secreto transcurre por el puente de La Salve, hacia algunos de los barrios más humildes de Bilbao. Después de los títulos de crédito, el devenir del argumento le llevará a lugares más exóticos e interesantes, pero yo aún me pregunto qué hizo aquella tarde James Bond, cuando por fin se supo a salvo, me pregunto si descansó en algún lugar, me pregunto si se sentó en algún banco de los pequeños y tristes parques de Trauko o de Matiko, me pregunto si llegó hasta el barrio de Begoña, me pregunto si se dio un respiro y tuvo tiempo de observar el vecindario y estudiar los rostros de la gente, me pregunto si tomó un café o una infusión, si llegó hasta la taberna de mi padre.
El texto que aporta Fernando García Pañeda, La puerta de R’lyeh, toma prestado la referencia de H.P. Lovecraft y sus relatos de género fantástico para situarnos ante un Guggenheim contemplado tras un largo viaje: Después de incontables eones vagando entre sueños abrí los ojos y quedé paralizado ante el horror de una estructura monstruosa, una acumulación de mampostería ciclópea con tamaño inabarcable (…) Al entrar en esa perversión arquitectónica, las segundas miradas encontraban concavidad donde antes se había creído ver convexidad, creando una sensación vertiginosa, sin que se pudiera afirmar si el mismo suelo era horizontal.
Una visión casi apocalíptica que Pañeda cambia inesperadamente de rumbo echando mano de buenas dosis de humor al unir la figura de Frank Ghery y una alubiada de mesa bilbaína como explicación de que la enigmática puerta creada por Lovecraft haya estado situada, al menos por un día, a orillas del Nervión.
En Self Service, Luisa Etxenike nos planta ante un instante entre los millones protagonizados durante estos 20 años por la multitud de visitantes anónimos del Guggenheim, incluidos aquellos que nunca han cruzado la puerta pero que no pueden dejar de sentirse atraídos por su imponente presencia. ¿Me hace usted un selfie, joven? –le pidió la mujer mientras le tendía el móvil–; es para mandársela a mi nieto por WhatsApp. Vive lejos. Una propuesta divertida y sencilla, pero que en manos de Etxenike entrelaza a tres personajes en el retrato de una situación de esas que desde su aparente ingenuidad son capaces de dejar abiertas sensaciones extrañas. Selfie es cuando uno se hace la fotografía a sí mismo. (…) Sí, gracias, ya sé –respondió ella, sonriéndole–, pero a los otros no les tiembla el pulso, y yo quedo mejor.