Un viaje de trabajo a Moscú hace tres años, invitado por el Instituto Cervantes para impartir una charla, inspiró a Juan Bas la trama de Ostras para Dimitri, la última entrega de la trilogía que abrió con Alacranes en su tinta en 2002 y siguió con Voracidad, Premio Euskadi de Literatura hace un lustro.
La tercera de las obras dedicadas por Bas al exceso —“una mezcla de novela negra, picaresca y esperpento satírico”, en palabras de su autor— arranca con el protagonista, Pacho Murga, cumpliendo condena en la cárcel y enredado en la peligrosa vida de un jefe de la mafia, mitad ruso y mitad navarro.
Cerrada la trilogía, el escritor ha decidido abandonar a este personaje, un pijo sin principios, gourmet y cinéfilo, que acaba convertido en un superviviente y que le ha permitido contar a lo largo de una década historias cargadas de un humor corrosivo.“A diferencia del pícaro clásico, del buscón que viene del arroyo, lo que me gusta del personaje es que es un niño bien que ha quedado desclasado”, explica el escritor. “No sé si será para siempre, pero mi idea es dejar el personaje. Ha tenido una evolución propia y me manda sobre ciertas cosas que no puedo rebajar si soy fiel a su personalidad”.
Bas anuncia que con Ostras para Dimitri cierra un ciclo y una etapa de su vida como escritor. “Ahora estoy escribiendo una novela que se titulará El refugio de los canallas, en la que no tiene mucho espacio el humor”, añade.
En la realidad contemporánea Bas ha encontrado elementos que va tejiendo en una historia de violencia, venganza y culpa. “Hay una cierta lente deformante de la realidad, pero muchas veces lo que ocurre es esperpéntico sin necesidad de exagerar”, apunta. “Al ser una novela contada en primera persona por un personaje tan barroco, tan pedante, lo importante es emplear el humor sin que sea un añadido artificial, sin que reste dramatismo a la historia, que no convierta lo que ocurre en bufonesco”, añade. “Triturar la mezcla de géneros con el exceso sin que se vaya de las manos es complicado, pero literariamente me resulta atractivo. Es un desafío como escritor”, concluye.
Artículo aparecido en la edición vasca de El País.