El pasado miércoles 28 de noviembre se celebró en La Casa del Libro de Bilbao el Primer encuentro de novel criminal. Organizado por el escritor Gonzalo Garrido y moderado por el periodista César Coca, el acto reunió, además, a los escritores vascos Javier Otaola y Jose Javier Abásolo, al periodista y escritor catalán Carlos Quílez y al especialista en novela negra Jokin Ibáñez.
El primer elemento que animó la charla fue el término de Novela Negra. Javier Otaola, que acaba de publicar ‘Mamá ha muerto’ (Atanor 2012) y es también autor de Brocheta de carne (Hiria 2003) aseguró que, en cualquier caso, en una novela negra debe haber una muerte y el consiguiente relato hasta llegar al autor y sus motivos. Carlos Quílez introdujo el elemento social como ingrediente “esencial” para una novela negra. Además, como buen periodista con experiencia en sucesos y autor de ‘Cerdos y gallinas’ (Alrevés 2012), Quílez reivindicó el trabajo periodístico como “fuente de información fundamental para la elaboración de este tipo de novelas”.
Gonzalo Garrido reconoció que la novela negra puede servir como “una herramienta útil para contar aquello que realmente te interesa”. Garrido, que ha publicado este año ‘Las flores de Baudelaire’ (Alrevés 2012), aseguró, sin embargo, que las reglas de la novela negra no atan la creatividad del escritor.
Si alguien ha retratado la ciudad de Bilbao como un escenario negro y propicio para el género criminal, ése es Jose Javier Abásolo. El abogado bilbaíno, autor de ‘La luz muerta’ (Erein 2011), aseguró que una ciudad es casi otro protagonista más de las novelas negras. Y, aunque hay excepciones, aparecieron en la charla autores y protagonistas unidos a ciudades como Nueva York, San Francisco y, por supuesto, Bilbao. Jokin Ibáñez, experto en novela negra, reconoció que los límites de este género están más difuminados que nunca. Los cánones clásicos de la novela americana ya se han superado y se busca ir más allá de los estereotipos del género. En el escenario también, ya que estas historias ya no se desarrollan sólo en ciudades.
El encuentro concluyó con la transformación tecnológica y su impacto en la novela negra. Aunque reconocieron que es inevitable adaptarse a las nuevas maneras de luchar contra el crimen también se mostraron convencidos que nunca desaparecerá el elemento humano de la investigación. Y ahí es donde el escritor tiene margen para crear.